Durante los meses del estío, Conil se llena de gente y de vida. En esta localidad gaditana, siempre hay algo que hacer, siempre hay un plan y es difícil aburrirse. Y los que conocemos el entorno, sabemos perfectamente cómo organizar el día para sacarle el máximo partido. Un día en Conil de la Frontera empieza desayunando al sol en cualquiera de las terrazas que encontramos repartidas por el centro del municipio, desde el típico pan con tomate y aceite, hasta opciones más completas y selectas como tostas con ingredientes orgánicos, café y tés del mundo, bowls elaborados a base de frutas y cereales...
Seguir el día con algo de deporte es fundamental, surf, senderismo, rutas en kayak por las calas del Aceite... o, si queremos una actividad con toda la familia, existe la opción “Entre Ramas”, un circuito estilo gymkhana, que permite recorrer el total de la aventura trepando entre árboles, lanzándote en tirolina... Y, también, los más atrevidos podéis optar por el circuito de karts que se encuentra entre Conil y El Palmar. Adrenalina pura. Como local de la zona, es importante decir que las joyas de la localidad conileña son sus playas. De todo tipo y extensión diferente. Playas como la de Bateles, a las faldas del pueblo; las Calas de Roche que ofrecen refugio durante los días de Levante y gran privacidad y relax durante todo el verano... Cualquiera de estas playas es una gran elección, kilómetros de arena fina, aguas cristalinas, absoluta paz.
No podemos dejar de lado la gastronomía tan deliciosa que nos ofrece Conil de la Frontera. Para tapear, prácticamente podemos lanzar una moneda al aire y elegir cualquiera de los bares y restaurantes del municipio porque en casi todos encontramos pescado de calidad, carne de primera y tapas de las que no dejan indiferente. Pero claro, si preferimos disfrutar de una comida con todos sus detalles, las paradas obligatorias son El Roqueo o Francisco Fontanilla. En Conil es muy importante la tradición, sobre todo en temas gastronómicos. Desde la famosa Almadraba hasta las espléndidas huertas de los alrededores. La materia prima con la que trabajan las cocinas en este municipio es de las mejores del país.
El centro histórico del pueblo ofrece gran variedad de comercios, desde pequeñas tiendas de artesanía hasta establecimientos donde venden productos de la zona como salazones, conservas de atún; además, siempre hay una terracita al sol donde disfrutar de una cervecita bien fresca y unas risas con los amigos.